Resistencia, mestizaje y memoria en la novela antiesclavista decimonónica: estudio comparativo de Sab (1841) y Les Marrons (1844)

Mónica Cárdenas Moreno

DOI : 10.61736/tropics.3377

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Mónica Cárdenas Moreno, « Resistencia, mestizaje y memoria en la novela antiesclavista decimonónica: estudio comparativo de Sab (1841) y Les Marrons (1844) », Tropics [En ligne], 17 | 2025, mis en ligne le 01 juillet 2025, consulté le 01 octobre 2025. URL : https://tropics.univ-reunion.fr/3377

El artículo analiza comparativamente dos novelas antiesclavistas del siglo XIX: Sab (1841) de Gertrudis Gómez de Avellaneda y Les Marrons (1844) de Louis-Timagène Houat. Ambas obras, inscritas en el Romanticismo, denuncian la esclavitud y presentan protagonistas esclavos excepcionales en lo físico, moral e intelectual. Se subraya la importancia del mestizaje y de las relaciones amorosas entre esclavos y mujeres blancas como crítica al racismo. Mientras que en Sab, la liberación se plantea de manera pacífica y utópica, aunque termina trágicamente con la muerte del protagonista, en Les Marrons, el cimarronaje aparece como alternativa de libertad colectiva frente al sistema colonial. En suma, ambas novelas imaginan formas no violentas de transformación social y de reivindicación anticolonial.

Cet article analyse de manière comparative deux romans anti-esclavagistes du XIXe siècle : Sab (1841) de Gertrudis Gómez de Avellaneda et Les Marrons (1844) de Louis-Timagène Houat. Ces deux œuvres, inscrites dans le courant romantique, dénoncent l’esclavage et présentent des protagonistes esclaves exceptionnels sur le plan physique, moral et intellectuel. L’importance du métissage et des relations amoureuses entre esclaves et femmes blanches est soulignée comme une critique du racisme. Alors que dans Sab, la libération est envisagée de manière pacifique et utopique, même si elle se termine tragiquement par la mort du protagoniste, dans Les Marrons, la fuite vers la liberté apparaît comme une alternative de liberté collective face au système colonial. En résumé, les deux romans imaginent des formes non violentes de transformation sociale et de revendication anticolonialiste.

Introducción

Este trabajo propone un estudio comparativo de dos novelas cronológicamente cercanas y estéticamente afines, ya que utilizan elementos del Romanticismo, aunque pertenecen a dos áreas geográficas y lingüísticas distintas: Cuba y La Reunión. Cuando se escriben y publican ambas novelas, las sociedades isleñas que en ellas se representan tenían el estatuto de colonias, española y francesa, respectivamente. Sus economías reposaban en el sistema de la plantación en base al trabajo esclavo en beneficio de élites europeas o descendientes de estas (criollos blancos)1.

Se trata de Sab, primera novela de la escritora hispano-cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) y Les marrons (Los cimarrones), única novela escrita por Louis-Timagène Houat (1809-1880), mulato liberto originario de la actual isla de La Reunión (isla Bourbon, en el periodo tratado). Ambas novelas mantienen una relación mediata (concepto clave de la literatura comparada), en términos de Yves Chevrel y Pierre Brunel2, ya que sus autores utilizan el código de la novela romántica decimonónica3 en la conformación de sus personajes protagónicos, seres marginalizados por la sociedad esclavista, pero excepcionales en sus cualidades físicas, intelectuales y morales; en la construcción de personajes femeninos: “ángeles del hogar”4 cuyo amor idealizado las motiva a romper con los límites del racialismo; finalmente, este código les permite construir espacios utópicos de libertad desde donde la población esclavizada resiste pacíficamente al rígido sistema colonial.

Si bien Gertrudis Gómez de Avellaneda5 escribió y publicó su primera novela, Sab, en Madrid, esta nos ubica no solo en un espacio exclusivamente cubano, sino que es una muestra orgullosa y reivindicativa del valor de los criollos de esta isla, tanto de sus clases altas (criollos blancos de origen español) como de los sujetos esclavizados, nacidos en la isla: mulatos ejemplares, diestros y obedientes como el protagonista cuyo nombre le da título a la novela. En este sentido, la propuesta política de la novela es evidente y el estudio de la misma como discurso antiesclavista se ha destacado mayoritariamente por una abundante bibliografía crítica6. Por su parte, la recepción y, por lo tanto, el estudio de Les Marrons de Louis-Timagène Houat representa un caso particular. La novela permaneció desconocida, para el público en general, en los archivos de la Biblioteca Nacional de Francia hasta que fue rescatada por el sociólogo e historiador Raoul Lucas y reeditada por primera vez en 19887. La última reedición se ha publicado en 2021 por la editorial de la Universidad de La Reunión y es la edición que utilizamos en este trabajo8. Así, la novela se incorpora tardíamente al corpus de novela francófona insular (Racault) o al de las letras francófonas, nombre que se le da a los escritos en lengua francesa producidos fuera del territorio europeo, a pesar de que la novela fue escrita y publicada en París. Este descentramiento tiene relación con el discurso reivindicativo de su autor. Louis-Timagène Houat fue un mulato liberto expulsado de la isla Bourbon, tras ser condenado al exilio en 1836, por haber participado en un complot en pro de la instauración de una “república africana” en la colonia francesa en la que vivía. En su exilio entabló relación con los círculos abolicionistas de París y redacta allí Les marrons9. Esta novela aún no ha sido traducida al español, de manera que este trabajo se basa en un estudio de las mismas en sus versiones originales. Para una mejor comprensión, traduciremos, al castellano, las citas del original en francés.

Los elementos de similitud, que nos han motivado a proponer esta perspectiva comparativa, aparecen desde el inicio de ambas novelas. En el primer capítulo, se representa el arduo e inhumano trabajo al que está sometido el esclavo en un marco espacio-temporal nocturno o de inminente nocturnidad. En el primer capítulo de Sab leemos:

El sol terrible de la zona tórrida se acercaba a su ocaso entre ondeantes nubes de púrpura y de plata, y sus últimos rayos, ya tibios y pálidos, vestían de un colorido melancólico los campos vírgenes de aquella joven naturaleza, cuya vigorosa y lozana vegetación parecía acoger con regocijo la brisa apacible de la tarde […]10.

Por su parte, el íncipit de Les marrons dice: « Le soleil depuis longtemps avait quitté les bords de l’Océan des Indes, et la nuit, ordinairement si belle et si limpide, secouante ses ombres et sa fraîcheur, sous le ciel brûlant des tropiques, était nébuleuse et ne laissait poindre aucune étoile »11.

El ocaso o la oscuridad cerrada propician la reflexión y la denuncia contra el trabajo esclavo que los personajes enuncian a través del discurso directo. Sab lo hace en su primer diálogo con un forastero cuya identidad aún no conoce. Describe el trabajo esclavo de la siguiente manera:

[…] bajo este cielo de fuego el esclavo casi desnudo trabaja toda la mañana sin descanso, y a la hora terrible del mediodía jadeando, abrumado bajo el peso de la leña y de la caña que conduce sobre sus espaldas, y abrasado por los rayos del sol que tuesta su cutis, llega el infeliz a gozar todos los placeres que tiene para él la vida: dos horas de sueño y una escasa ración12.

En Les Marrons, uno de los cuatro esclavos (Sçacalave) que protagoniza el primer capítulo dice a sus compañeros:

Travail dur, continuel, toujours pour le maître ; coups, misère, servitude sans fin, voilà, voilà le vrai, le réel, oui voilà notre lot à nous ! et, frères, sont-ce là des liens qui cramponnent à la vie ? Je la maudis cette vie ! oui, je la maudis, car j’y suis comme dans la fournaise du volcan qui pétille là dans le morne !13.

También el discurso de Sab, mediante una metáfora que evoca el fuego insoportable y destructivo, se refiere a la condena de los esclavos que “llevan… en su alma la desesperación del infierno”14.

Como lo indica el plural de su título, en Les marrons vemos aparecer tres generaciones de esclavos que optan por el cimarronaje como medio para huir de la esclavitud. Uno de ellos es Câpre que forma parte del grupo de cuatro esclavos fugitivos al que hemos aludido líneas arriba. A partir del capítulo IV, Câpre conoce al cimarrón Frême. La vida de este último será contada, en analepsis, en los capítulos siguientes y su protagonismo es indiscutible hasta el final de la novela, entre otros elementos, por su ejemplaridad moral. Por esta razón, trazaremos un paralelo entre Frême y Sab. Además, ambos se enamoran de mujeres blancas y, en este sentido, los discursos anti esclavistas que portan se convierten en el reclamo, o en la posibilidad, de un nuevo mestizaje, así como en el cuestionamiento de las tesis racistas que sostienen la esclavitud.

La década de 1820 (tiempo en que ocurren los hechos representados en Sab) y principios de la siguiente (los hechos narrados en Les Marrons ocurren en 1833) se dejan ver las consecuencias de una serie de cambios ocurridos en años anteriores respecto al comercio negrero. En 1807, el parlamento británico vota la abolición de la trata negrera en el Atlántico que empieza a reducirse significativamente a partir de 1815, año en el que Napoléon suprime también la trata sin abolir la esclavitud. En 1817, se firma un tratado entre España e Inglaterra para la supresión del comercio de esclavos. En la novela Les marrons se propone el cimarronaje como una alternativa de liberación hasta que la emancipación llegue15, es decir, se advierte la consciencia de un cambio progresivo, aunque la novela también muestra que incluso para los esclavos libertos la marginación y el rechazo debido a los prejuicios los empujan hacia el cimarronaje. En cambio, en Sab se apuesta por una liberación pacífica a través del blanqueamiento del protagonista y de su pacifismo16. Se trata de un periodo de transformaciones en el que la ficción le da forma más o menos utópica a la ansiada libertad, pero también se encarga de desalentar la violencia y la revuelta (representando el miedo a la revolución haitiana), a través de formas de resistencia como la fuga, el cimarronaje, el suicidio, entre otras.

Nuestro trabajo comparativo se divide en tres partes. Las dos primeras están reservadas a la configuración de los personajes centrales. En primer lugar, la excepcionalidad del esclavo que hace mucho más evidente la denuncia, las aporías del racismo y de la esclavitud, pero que al mismo tiempo lo alejan del colectivo que pretende representar. Luego, el rol de la mujer blanca con la que el esclavo establece un vínculo amoroso y que será la portadora de las posibilidades o de los límites de un proyecto de sociedad mestiza. Finalmente, la configuración de un espacio liberado, que en Sab está representado en las tierras de Cubitas, y en las montañas de la isla Bourbon, en Les Marrons, gracias al cimarronaje. Mientras que la primera propuesta utópica es trágica, ya que Cubitas se convierte en el lugar de sepultura del protagonista, en la segunda novela, la liberación se verifica no solo para los protagonistas, sino también para un grupo de cien esclavos que se hacen cimarrones junto con ellos.

Antes de desarrollar las tres partes anunciadas, presentaremos sintéticamente la trama de ambas novelas. Los cuatro primeros capítulos de Les marrons están protagonizados por el esclavo Câpre, nacido en la isla Bourbon, que se confabula con tres compañeros de origen malgache. El héroe de la novela hace su aparición en el capítulo IV y tiene protagonismo hasta el final (capítulo XIV). Se trata de Frême, de origen africano, es rescatado de la trata por las autoridades francesas y llevado a la isla Bourbon cuando era un niño. Allí, ya que se encuentra bajo la autoridad del Estado francés, a los seis años, es obligado a servir en la casa de un colono como diversión de sus hijos. En este contexto, conoce a Marie, una de las hijas de su amo, aunque la amistad entre ellos se ve interrumpida, ya que una vez llegado a la adolescencia Frême tendrá que ir al taller colonial donde aprenderá un oficio que podrá ejercer cuando sea libre. Un día, casualmente, Frême salva de entre las llamas a Marie, que pierde a toda su familia en el incendio. La pareja logra que un sacerdote los case en secreto, el matrimonio vive a orillas del estanque de Saint-Paul sufriendo, cada vez de manera más insistente, los prejuicios racistas que finalmente los obligarán a huir a las montañas y convertirse en cimarrones. Allí nace el hijo fruto de su unión. Frême conocerá a un cimarrón mayor que él (Jean), pero también transmitirá su experiencia y ayudará a jóvenes esclavos, como Câpre (nieto de Jean) y a los malgaches. Al final, cien hombres se unen a ellos y se adentran en las montañas de la isla para hacerse cimarrones.

La novela Sab nos narra la historia de amor no correspondido entre el mulato esclavo Sab (apelativo de Bernabé) y su ama la criolla blanca, Carlota de Bellavista. A pesar de que Sab es el esclavo de confianza de la familia Bellavista y que ha compartido durante su infancia juegos y aprendizajes junto con Carlota, en la adultez la diferencia social los aleja: Sab se convierte en mayoral de los Bellavista y se encarga de dirigir el trabajo de los esclavos, así como de administrar las tierras que la familia tiene en el poblado de Cubitas. Por su parte, Carlota se ha enamorado del inglés Enrique Otway, quien está interesado en casarse con ella, más por el dinero de la dote, que por amor. Sab respeta los sentimientos de su ama y decide ayudarla con la finalidad de que su deseo se cumpla: le entrega su billete de lotería con el número ganador para que Enrique acepte el matrimonio, ya que se había dado cuenta de que Carlota no tenía la fortuna esperada. Sab no solamente sacrifica su interés económico, sino también su salud y su vida. Muere en el esfuerzo por hacer feliz a Carlota. Cinco años después de su muerte, Carlota, sumida en un matrimonio infeliz, se entera de los verdaderos sentimientos de Sab a través de la carta que este había escrito antes de morir: testimonio de vida y discurso de denuncia excepcional.

Esclavos excepcionales

Sab y Frême no son representativos de la población esclava. En primer lugar, Sab es un mulato, hijo de una princesa africana (congolesa) y muy posiblemente del hermano de su amo, Luis Bellavista: “Mi madre vino al mundo en un país donde su color no era signo de esclavitud: mi madre –repitió con cierto orgullo– nació libre y princesa”17 Además, ocupa el cargo de mayoral y goza de la confianza de la familia en la que ha crecido. La historia se desarrolla poco tiempo antes de que cumpla veinticinco años, momento en el cual obtendrá su libertad por decisión de sus amos. A lo largo de la novela se alude, en varias ocasiones, a dicha libertad como recompensa de su buena conducta, como cuando salva la vida a Enrique, en el capítulo V.

Sab, al haber crecido como el hermano mayor de Carlota (tenía seis años cuando mecía su cuna) aprende a leer y a escribir con ella, se educa junto a su ama y recibe, por lo tanto, la formación reservada a las élites, aunque a las élites femeninas, lo que puede explicar el “afeminamiento” del personaje o su sensibilidad afín a personajes como Teresa y Carlota18: “Más tarde fui el compañero de sus juegos y estudios, porque hija única por espacio de cinco años, su inocente corazón no medía la distancia que nos separaba y que concedía el cariño de un hermano”19.

En segundo lugar, Frême (nombre dado por las autoridades francesas que cambian el nombre africano original de Coudjoupa), hijo de un guerrero, fue arrancado de su África natal aún niño y vendido, primero a portugueses, y luego a otros extranjeros, pero la embarcación en la que lo llevaban fue interceptada por un barco francés que vigilaba que la ley inglesa internacional contra la trata se cumpliese: “Seulement il se rappelait, comme la réminiscence d’un rêve lointain, que son père devait être un chef de guerriers, qui’il avait toujours des plumes brillantes fichées en panaché dans ses cheveux crépus20. Luego de su captura, los franceses lo conducen a la isla Bourbon y pasa a servir al Estado francés. El jefe o administrador de los esclavos negros, Bolvin, lo lleva a su casa para que distraiga y divierta a sus hijos y ocurre como con Sab, en el espacio infantil las diferencias parecen borrarse:

Ceux-ci le traitaient beaucoup plus en ami qu’en esclave. On ne mangeait rien sans faire goûter à Frême sa petite portion ; et, participant aussi, sans en avoir l’air, aux leçons de l’instituteur, et il apprit ainsi à lire et à écrire au grand étonnement comme au grand mécontentement de tous21.

Esta convivencia permite que Sab y Frême se enamoren de las hijas blancas junto a las cuales crecen como hermanos: Carlota y Marie, respectivamente. La primera no corresponde a los sentimientos de Sab, porque no los conoce, la proximidad entre ambos se pierde en la edad adulta, además, ella se enamora de Enrique. Mientras Sab salva la vida del prometido de Carlota, Enrique Otway (un joven de origen inglés que obedecía a las instrucciones de un padre ambicioso), Frême salva de la muerte a Marie que sí corresponde a los sentimientos de su antiguo compañero de juegos.

La condición de esclavo de Sab no le permite expresar su amor directamente a su ama, solo se atreve a confesárselo a Teresa, una criolla blanca desheredada que también sufre por un amor no correspondido. La confesión de Sab a Teresa provoca una extraordinaria transformación en ella: al darse cuenta de la belleza espiritual y sentimental de Sab, Teresa está dispuesta a seguirlo, podría convertirse en su pareja, pero es Sab quien detiene los impulsos de Teresa y sigue su camino de sacrificio para hacer feliz a Carlota:

Teresa temblaba, y una sensación muy extraordinaria se apoderó entonces de su corazón: olvidaba el color y la clase de Sab; veía sus ojos llenos del fuego que le devoraba; oía su acento que salía del corazón trémulo, ardiente, penetrante, y acaso no envidió ya tanto a Carlota su hermosura y la felicidad de ser esposa de Enrique, como la gloria de haber inspirado una pasión como aquella. Parecióle también que ella era capaz de amar del mismo modo y que un corazón como el de Sab era aquel que el suyo necesitaba22.

Marie, en cambio ve en Frême un liberto, un hombre de origen africano sin dueño que podía trabajar y valerse por sí mismo. Marie está dispuesta a prolongar la complicidad de infancia, esta experiencia le ha permitido conocer la destreza, el ingenio y la nobleza de Frême y, tras la desaparición de su familia, no encuentra obstáculo frente a su deseo:

C’est qu’inaccessible à un préjugé absurde, et ne suivant que la nature et son cœur, Marie, loin d’avoir jamais eu de l’éloignement pour Frême, à cause de sa couleur, s’était sentie au contraire attirée à lui, non seulement par une vive reconnaissance, mais encore par tout ce qu’il y a de pur et d’affectif dans ce qu’éprouve irrésistiblement la femme libre et non pervertie pour l’homme de son choix23.

Si de manera extraordinaria Marie nunca hizo suyos los prejuicios sociales y raciales, Teresa logra despojarse de ellos una vez que el mulato le confiesa sus sentimientos y sus pasiones. En la segunda parte de este trabajo retomaremos nuestra reflexión acerca del papel de los personajes femeninos para la puesta en escena del utopismo liberador y un posible mestizaje en ambas novelas.

Al dejar la niñez, a diferencia de los varones de la familia, ni Sab ni Frême podrán acceder a la educación formal. El primero trabaja en los campos de su dueño y el segundo aprende el oficio de carpintero de marina. Se convierten, sin embargo, en personas ejemplares: hábiles en los trabajos manuales, pero también ingeniosos, valientes y sensibles. Estas cualidades heroicas se verifican en una acción suprema: garantizar la vida de los demás y sobre todo de sus amos.

Sab le salva en dos ocasiones la vida a Enrique, pero también está pendiente de la productividad de las tierras y de la seguridad de toda la familia de tal manera que de su trabajo, conocimientos y creatividad depende el bienestar de sus amos. Conoce Puerto Príncipe mejor que nadie y recorre sus espacios con destreza. Frême, por su parte, le salva la vida a Marie y, de alguna manera, es esta acción la que le entrega como recompensa el amor de la joven. Sab también se cree merecedor del amor de Carlota, por lo que se establece en estas ficciones una justicia sentimental que hace frente a la injusticia socio-política que representa la esclavitud y en base a la cual era imposible la unión entre un esclavo, incluso liberto, y una mujer blanca.

Por otro lado, ambas novelas no están interesadas en mostrar a un esclavo ordinario, sino a una persona excepcional con la finalidad de hacer evidente la superioridad moral e intelectual posible en el sujeto esclavizado y, de esta manera, invalidar el racismo, base del sistema esclavista. Por ejemplo, acerca de las cualidades de Frême, se dice: « Il était assidu, docile, attentif, et, de plus, vif, intelligent et adroit »24. En Sab se insiste en esta idea también, aquí enunciada por su protagonista: “[…] es […] que a veces es libre y noble el alma, aunque el cuerpo sea esclavo y villano”25.

Otro componente fundamental en el proceso de heroización de ambos personajes tiene que ver con la relación que establecen con la muerte: Sab se entrega a la muerte con la finalidad de lograr la felicidad de su amada Carlota. Para que Carlota cumpla su sueño de casarse con Enrique no solamente hace falta el billete de lotería, sino también moverse pronto para evitar la anulación del compromiso matrimonial, decisión que había tomado ya Enrique, pero que aún no había comunicado. Para ello, Sab tiene que recorrer extensiones de terreno amplias en muy poco tiempo, la carrera le cuesta la vida a su caballo (un pequeño jaco) en cuyo destino proyecta el suyo propio. En el capítulo II de la segunda parte de la novela, hacia el final de su entrevista clandestina con Teresa, Sab dice: “Sí, yo me compadezco, porque lo conozco, no hay ya en mi corazón sino un solo deseo, una sola esperanza… ¡la muerte!”26. Esta conciencia de encaminarse hacia su propia muerte se puede interpretar, por un lado, como un acto cercano al suicidio común en los esclavos y, por el otro, como una metáfora crística que exalta al personaje a través del dolor y del sacrificio.

En Les Marrons, Frême no solamente no teme salvarle la vida a Marie rescatándola del incendio de su casa, sino que acompaña a Câpre y lo ayuda a sobrevivir de una emboscada matando a uno de los cazadores de esclavos. En este enfrentamiento, termina terriblemente herido, tanto que lo creían muerto, pero milagrosamente se salva y vuelve para rescatar a los cuatro esclavos condenados arriesgando nuevamente su vida: « Retrouvé miraculeusement guéri de sa blessure, et prévenu de la condamnation des trois Madagasses par le Câpre, […], Frême ne put résister à l’élan de son cœur, au besoin de sauver ses frères, et c’est ainsi que fut prise cette résolution héroïque exécutée encore au péril de sa vie »27.

Rol de los personajes femeninos: mestizaje y memoria

La única esclavitud que ambos héroes aceptan es la del amor. En este sentido, Sab dice: “Desde mi infancia fui escriturado a la señorita Carlota: soy esclavo suyo, y quiero vivir y morir en su servicio”28. Mientras que Frême exclama: « Oh ! que n’aurait-il pas donné au monde pour le droit de rester toute la vie, à ses pieds, esclave ! »29. A través del uso de la clave amorosa las novelas proponen un tipo de salvación del sujeto esclavizado. Si bien los roles que los personajes femeninos desarrollan corresponden al ideal del “ángel del hogar”: mujeres identificadas con los espacios domésticos, jóvenes inocentes y bellas de acuerdo al ideal occidental. Recordemos que “ángel del hogar” o “bello sexo” son nociones arraigadas en las letras del siglo XIX, como lo indica el sociólogo Gilles Lipovetsky, quien sitúa este periodo como la culminación de una noción que se va formando con la modernidad:

Hasta entonces a la mujer se la consideraba el arma del Diablo, pues su belleza era indisociable de la malignidad. Hela aquí ahora, en los medios letrados y aristocráticos, emanación consagrada de la belleza divina, elevada al rango de ángel, superior al hombre tanto por su hermosura como por sus virtudes30.

En las novelas se representa una suerte de divinización de Carlota y Marie ante quienes Sab y Frême se postran y parecen rendirles culto. Los nombres de las jóvenes apoyan estas características. Mientras Carlota establece una relación de intertextualidad directa con Las cuitas del joven Werther31, paradigma de la novela romántica sentimental, Marie lo hace con la tradición cristiana, definiéndose por su función de madre, e insiste en la dimensión sagrada que ocupa lo femenino.

De la misma forma que en la tradición cristiana, en Les marrons, Marie va a ser más que compañera del héroe, madre de una nueva raza, es decir, la mujer que da a luz a quien inicie simbólicamente una población mestiza a través de la “unidad de color” y de la unión de todas las “razas coloniales”32. Aquí citamos parte de la narración del sueño del esclavo Câpre:

Mais à l’endroit même où il s’était montré, sortit une femme blanche, belle, magnifique, avec les traits de Marie, avec un enfant à la mamelle. Et cette femme éleva l’enfant au-dessus de sa tête, ainsi que le prêtre le fait à l’hostie, et incontinent, tous ceux qui se débattaient dans le lac de sang prirent la couleur de l’enfant, laquelle était un mélange de noir, de blanc, de jaune et de rouge, à peu près semblable à celle de certains orientaux ou mulâtres33.

En Les marrons es el hijo de Frême y Marie el que anuncia un nuevo mestizaje para vencer la opresión en base al color de piel. Por el contrario, en la novela cubana, el protagonista representa, él mismo, un mestizaje singular de manera que en el primer capítulo se le confunde con un propietario. En este sentido, Sab se caracteriza por su hibridez, ya que no termina de encajar dentro de un modelo racial definido:

Era el recién llegado un joven de alta estatura y regulares proporciones, pero de una fisonomía particular. No parecía un criollo blanco, tampoco era negro ni podía creérsele descendiente de los primeros habitadores de las Antillas. Su rostro presentaba un compuesto singular en que se descubría el cruzamiento de dos razas diversas, y en que se amalgamaban, por decirlo así, los rasgos de la casta africana con los de la europea, sin ser no obstante un mulato perfecto34.

La legitimidad de la unión de parejas mixtas que se reivindica en las novelas, podría defender una naciente “creolización” (Edouard Glissant35), es decir, la construcción de una identidad abierta, rizomática y plural que se lleva a cabo sobre todo en contexto colonial y poscolonial en sociedades isleñas sometidas a exterminios, trata y a un encadenamiento de migraciones de pueblos de origen diverso.

Por otro lado, Carlota cumple una función ética en relación con la construcción de la memoria histórica cubana. En primer lugar, resiste inocentemente frente a la lógica mercantilista de los Otway declarando que Sab tendrá pronto su libertad y planeando que se la dará a sus esclavos tras su matrimonio, es decir, cuando tenga el estatuto de señora Otway que le permita tomar decisiones por encima de su padre. No sabe, sin embargo, que su voluntad se someterá a la de su marido y su suegro, sin poder hacer realidad sus sueños.

En segundo lugar, en el capítulo IX, Carlota se encuentra en Cubitas donde vive la vieja Martina, una mujer que se presenta como indígena, descendiente del cacique Camagüey, y madre adoptiva de Sab. Tras la historia que la mujer evoca en la que narra la injusticia de la raza que ella pretende representar, don Carlos Bellavista reacciona con un “¡Basta!”, mientras que la conmovida Carlota llora y explica así su emoción:

[…] no lloro por Camagüey ni sé si existió realmente, lloro sí al recordar una raza desventurada que habitó la tierra que habitamos, que vio por primera vez el mismo sol que alumbró nuestra cuna, y que ha desaparecido de esta tierra de la que fue pacífica poseedora. Aquí vivían felices e inocentes aquellos hijos de la naturaleza: este suelo virgen no necesitaba ser regado con el sudor de los esclavos para producirles: ofrecíales por todas partes sombras y frutos, aguas y flores, y sus entrañas no habían sido despedazadas para arrancarle con mano avara sus escondidos tesoros. ¡Oh, Enrique!, lloro no haber nacido entonces y que tú, indio como yo, me hicieses una cabaña de palmas en donde gozásemos una vida de amor, de inocencia y de libertad36.

El indianismo o siboneyismo37 cubano del que se hace gala en este pasaje, vuelve a materializarse al final de la novela cuando, tras haber leído la carta de Sab, es decir, cuando se ha enterado del amor y del sacrificio del esclavo, simbólicamente, enferma y decide viajar a Cubitas para recobrar la salud. Allí lleva a cabo una romería cotidiana: transfigurada en la vieja Martina (todos la confunden con el espectro de Martina, ya que en vida esta mujer cumplía con el mismo recorrido) y acompañada por el perro Leal va, todas las tardes, a la tumba del esclavo. Carlota se funde de esta manera con Martina y lleva a cabo el ideal de haber nacido indígena, reconoce, también de esta manera, que su título de “señora Otway” la somete a la ley de foráneos con la que no se identifica y la aleja de su arraigo en tanto “hija de los trópicos” que es como siempre había actuado en su soltería, ayudando y tratando bien a Martina, así como al conjunto de sus esclavos. Por lo tanto, Carlota rinde culto, en silencio y soledad, a la memoria de los vencidos: indígenas y esclavos a quienes su compasión y caridad no alcanza a salvar.

Espacio de libertad: cimarronaje y memoria

Si los espacios representados en la novela muestran, principalmente, el dominio del sistema de explotación a través de la esclavitud, el esfuerzo de los sujetos esclavizados, que no reciben una respuesta legal ni formal, se concentrará en la construcción de espacios que les garanticen una relativa libertad.

Las montañas escarpadas de la isla Boubon en Les marrons otorgan esta posibilidad, a pesar de que los cimarrones están sujetos a la persecución de “los cazadores” a quienes se les paga por cada fugitivo capturado. Este es el riesgo que las tres generaciones de cimarrones representados en la novela están dispuestos a pagar con tal de gozar de los beneficios de la libertad y de una vida en complicidad con la naturaleza. En el plano simbólico, nos parece importante volver al sueño de Câpre, ya que se trata de una historia fundacional en la que no solamente nace un nuevo ser en que se funden indistintamente todas las razas humanas, sino que este nacimiento da origen a un espacio paradisíaco en el que el río de sangre (símbolo del sufrimiento provocado por la esclavitud) se transforma en un suelo fértil y pacífico donde las jerarquías desaparecen:

Et cette goutte de lait tomba et s’étendit sur tout le lac de sang, qui aussitôt changea de consistance, de teinte et de forme; il devint un sol couvert d’arbres et d’animaux, un pays accidenté, riche et fertile, pays où il n’y avait ni de conditions parmi les habitants, où tous ils étaient libres; où, loin de chercher à se faire la guerre, à s’esclaver, à s’entre-détruire, ils paraissaient au contraire heureux de se rencontrer, heureux de se voir égaux, de s’aimer, de s’unir et de s’entr’aider38.

Esta utopía vuelve, por lo tanto, a la idea de reunir a la población en su diversidad sin crear espacios separados, ni dominaciones, como el sistema colonial impone.

En Sab, Cubitas (Sierra de Cubitas) corresponde a un municipio cubano al norte de la provincia de Camagüey (Puerto Príncipe en la novela) caracterizado por la presencia de cavernas con inscripciones dentro de ellas de origen prehispánico. En la ficción, este espacio adquiere una dimensión fantasmática39 gracias a la cual dicho pasado parece estar vivo aún:

A medida que se aproximaban a Cubitas el aspecto de la naturaleza era más sombrío: bien pronto desapareció casi del todo la vigorosa y variada vegetación de la tierra prieta, y la roja no ofreció más que esparramados yuruguanos, y algún ingrato jaguey que parecían en la noche figuras caprichosas de un mundo fantástico40.

La posibilidad de convertirla en un espacio de libertad, sin embargo, fracasa no solamente por la muerte de Martina habitante de este lugar y “última descendiente” indígena, sino por la trágica muerte de toda su familia, así como la de Sab. Debemos recordar, sin embargo, que Sab escoge este lugar para escribir su carta, legado de reivindicación antiesclavista, que coincide con su agonía y con su muerte. Mientras el personaje agoniza va perdiendo sangre a borbotones, esta, por lo tanto, se funde con el suelo también de color rojo que caracteriza a Cubitas. La muerte de Sab supone el fin de la familia Bellavista, una familia sin descendientes, ya que el hermano mayor de Carlota muere y ésta no tiene hijos.

El color rojo de Cubitas no cambia como en Les marrons (aunque sea en sueños), sino que sigue existiendo para recordar el sufrimiento de los vencidos. Este lugar, como las cuevas que alberga, se presenta como una ventana hacia el pasado, que fue habitado solo durante tres meses por Carlota, como una señal de su reconocimiento con aquellos cuya memoria está allí enterrada, no obstante, ella, una criolla blanca, no pertenece plenamente a este lugar y, al final de la novela, se sabe que ha viajado fuera de la isla, probablemente a Europa: “Acaso Carlota, como lo había previsto Teresa, existirá actualmente en la populosa Londres”41. Así, Carlota se acerca, como en otros momentos de la novela, a la figura de la autora, que también abandona su isla natal para residir en Europa. En este sentido, ante la muerte de los seres queridos solo queda la escritura como medio de denuncia y de resistencia que es, dicho sea de paso, el último acto del héroe mulato a través de su larga carta.

Conclusiones

La excepcionalidad de los personajes protagónicos no pasa por la representatividad de un colectivo oprimido. Ellos defienden su causa antiracista y antiesclavista con su ejemplaridad física y moral. Además, encarnan un mestizaje que no solo se hace presente en su educación y cultura híbridas, sino también en la defensa utópica de un espacio de libertad para cuya construcción necesitan trazar alianzas con mujeres blancas. Este encuentro amoroso produce en la novela francesa la posibilidad de sobrepasar las diferencias raciales, sin embargo, en la novela cubana esta posibilidad se anula, ya que la muerte cubre el espacio con que se identifica el personaje central y el amor fracasa. Sab no se atreve a confesar su amor a Carlota y esta sucumbe a la seducción de Enrique. El sacrificio de Sab, sin embargo, se ha volcado en una carta que es al mismo tiempo testimonio y denuncia contra la esclavitud y contra el sistema patriarcal que somete la voluntad y el deseo de las mujeres. En este sentido, la denuncia de Sab, su palabra, perduran. En Les marrons, los cimarrones que escapan al final de la novela son conscientes del peligro de su empresa, pero al mismo tiempo saben que el sistema está cambiando y que pronto vendrá la emancipación. Esta esperanza y cambio son menos palpables en Cuba cuyos procesos abolicionista e independentista están aún lejos.

Esta perspectiva comparatista nos ha permitido establecer vínculos, hasta el momento inexplorados, entre ficciones contemporáneas entre sí, publicadas en importantes centros culturales europeos (París y Madrid), pero que contienen discursos que intentan desestabilizar el sistema colonial impuesto desde metrópolis europeas hacia sus colonias de ultramar. Nutridos de un corpus romántico común (Las cuitas del joven Werther, Paul et Virginie, Atala, Bug-Jargal, entre otros) los autores imaginan formas no violentas de transformar los espacios insulares, en los que nacieron y crecieron, para convertirlos en lugares menos autoritarios y represivos en los que la utopía de una vida en común sea algún día posible.

1 Cuba, colonia española, culmina su proceso de independencia del reino de España en 1902. La esclavitud se abole en 1886. Representa un caso

2 Pierre Brunet et Yves Chevrel, Précis de littérature comparée, Paris, Presses Universitaires de France, 1989, p. 14.

3 Acerca de las principales características de la novela romántica del siglo XIX ver, entre otros, Susan Kirkpatrick, Escritoras y subjetividad en

4 Ver Gilles Lipovetsky, La tercera mujer. Permanencia y revolución de lo femenino, Barcelona, Editorial Anagrama, 1999.

5 Gertrudis Gómez de Avellaneda perteneció a una clase alta de criollos blancos de origen español instalados en Puerto Príncipe, actual Camagüey. Se

6 Brígida Pastor, “El discurso abolicionista de la diáspora: el caso de Gertrudis Gómez de Avellaneda y su novela Sab (1841)”, América sin nombre, n°

7 Esta primera reedición fue posible gracias al Centre de Recherche Indianocéanique (CRI).

8 Louis-Timagène Houat, Les Marrons, [1844], préface de Liliane Houat, introduction de Raoul Lucas, Saint-Denis de La Réunion, Presses Universitaires

9 Raoul Lucas, « Sur les traces de Timagène Houat, sur les traces de l’Histoire », Houat Louis-Timagène, Les Marrons, [1844], Saint-Denis de La

10 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, [1841], Madrid, edición de José Servera, Ediciones Cátedra, 1997. p. 102

11 Louis-Timagène Houat, Les Marrons, 2021, op. cit., p. 17, “Hacía tiempo que el sol había abandonado las costas del océano Índico, y la noche

12 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 106.

13 Louis-Timagène Houat, Les Marrons, op. cit., p. 17, “Trabajo duro, continuo, siempre para el amo; palizas, miseria, servidumbre sin fin, ¡eso es

14 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 106.

15 Louis-Timagène Houat, Les marrons, op. cit., p. 26 : « Ah! Frères, ne faisons pas de bêtises ! Attendons cette bonne chose-là qu’on appelle

16 Ver José Gomariz, “Gertrudis Gómez de Avellaneda y la intelectualidad reformista cubana. Raza, blanqueamiento e identidad cultural en Sab

17 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 109.

18 Lucía Guerra, “Estrategias femeninas en la elaboración del sujeto romántico en la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda”, Revista Iberoamericana

19 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 110.

20 Louis-Timagène Houat, Les marrons, op. cit., p. 49. “Sólo recordaba, como la reminiscencia de un sueño lejano, que su padre debió de ser un líder

21 Ibid., p. 51. “Le trataban mucho más como a un amigo que como a un esclavo. Nada se comía sin que Frême probara su pequeña porción; y también

22 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 210.

23 Louis-Timagène Houat, Les marrons, op. cit., p. 58. “Impenetrable a cualquier prejuicio absurdo, y siguiendo sólo a la naturaleza y a su corazón

24 Ibid., p. 52.

25 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 108.

26 Ibid., p. 225.

27 Louis-Timagène Houat, Les marrons, op. cit., p. 101.

28 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 111.

29 Ibid., p. 52. “Oh, ¡qué no habría dado por la posibilidad de seguir siendo su esclavo, de seguir estando a sus pies toda la vida!”.

30 Gilles Lipovetsky, La tercera mujer. Permanencia y revolución de lo femenino, Barcelona, Editorial Anagrama, 1999, p. 105.

31 Novela epistolar de Johann Wolfgang von Goethe, importante hipotexto (Genette) para la novela sentimental decimonónica. Publicada originalmente en

32 Louis-Timagène Houat, Les marrons, op. cit., p. 85.

33 Ibid., p. 84-85. “Pero en el mismo lugar donde se había aparecido, salió una hermosa mujer blanca con los rasgos de María, con un niño al pecho. Y

34 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 104.

35 Édouard Glissant, Poétique de la relation, Paris, Gallimard, 1990.

36 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 169.

37 La novela hace alusión al pasado indígena cubano, es decir, a las poblaciones taínas y siboneyes (ver José Alvarez Conde, “Culturas aborígenes de

38 Louis-Timagène Houat, Les marrons, op. cit., p. 85. “Y esta gota de leche cayó y se esparció por todo el lago de sangre, que inmediatamente cambió

39 Ver el artículo de Joséphine Marie dedicado al viaje de Cubitas y el significado simbólico de este espacio en la novela, https://journals.

40 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 165.

41 Ibid., p. 275.

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1 Cuba, colonia española, culmina su proceso de independencia del reino de España en 1902. La esclavitud se abole en 1886. Representa un caso excepcional respecto a otros países hispanoamericanos cuyos procesos de independencia se lograron durante las primeras décadas del siglo XIX y la abolición de la esclavitud a mediados del mismo siglo. La isla de La Reunión es un departamento francés de ultramar desde 1946, año en el que deja de tener el estatuto de colonia francesa. La abolición de la esclavitud se produjo en 1848.

2 Pierre Brunet et Yves Chevrel, Précis de littérature comparée, Paris, Presses Universitaires de France, 1989, p. 14.

3 Acerca de las principales características de la novela romántica del siglo XIX ver, entre otros, Susan Kirkpatrick, Escritoras y subjetividad en España, 1835-1850, Madrid, Ediciones Cátedra, 1991; Claude Millet, Le Romantisme. Du bouleversement des lettres dans la France postrévolutionnaire, Paris, Le Livre de Poche, 2007.

4 Ver Gilles Lipovetsky, La tercera mujer. Permanencia y revolución de lo femenino, Barcelona, Editorial Anagrama, 1999.

5 Gertrudis Gómez de Avellaneda perteneció a una clase alta de criollos blancos de origen español instalados en Puerto Príncipe, actual Camagüey. Se interesa desde muy joven por la cultura, las artes y en particular la literatura, pero no tuvo vínculos directos con el círculo intelectual promovido por Domingo del Monte que funcionaba en La Habana. Tras una disputa con su familia, ya que no quería someterse a las reglas matrimoniales de la época, abandona la isla para instalarse en España. En este tránsito, años en los cuales recorre varias ciudades españolas y francesas, redacta Sab, única ficción de tema antiesclavista. Ver Mónica Cárdenas Moreno, Elsa Capron y Sandra Monet-Descombey Hernández, Gertrudis Gómez de Avellaneda. Sab, Paris, Cned, Belin-éducation, 2024.

6 Brígida Pastor, “El discurso abolicionista de la diáspora: el caso de Gertrudis Gómez de Avellaneda y su novela Sab (1841)”, América sin nombre, n°19 (2014), 34- 42; Luisa Campuzano, “Sab, argucias y blindajes de una novelista debutante”, La Jiribilla. Revista de cultura cubana, 2023, en ligne, https://www.lajiribilla.cu/sab-argucias-y-blindajes-de-una-novelista-debutante/

7 Esta primera reedición fue posible gracias al Centre de Recherche Indianocéanique (CRI).

8 Louis-Timagène Houat, Les Marrons, [1844], préface de Liliane Houat, introduction de Raoul Lucas, Saint-Denis de La Réunion, Presses Universitaires Indianocéaniques, 2021.

9 Raoul Lucas, « Sur les traces de Timagène Houat, sur les traces de l’Histoire », Houat Louis-Timagène, Les Marrons, [1844], Saint-Denis de La Réunion, Presses Universitaires Indianocéaniques, 2021, p. 9-14.

10 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, [1841], Madrid, edición de José Servera, Ediciones Cátedra, 1997. p. 102

11 Louis-Timagène Houat, Les Marrons, 2021, op. cit., p. 17, “Hacía tiempo que el sol había abandonado las costas del océano Índico, y la noche, habitualmente tan hermosa y límpida, que estremecía con sus sombras y su frescor bajo el cielo abrasador de los trópicos, era nebulosa y no dejaba ver ni una sola estrella.”

12 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 106.

13 Louis-Timagène Houat, Les Marrons, op. cit., p. 17, “Trabajo duro, continuo, siempre para el amo; palizas, miseria, servidumbre sin fin, ¡eso es, eso es lo real, esa es nuestra suerte! Y, hermanos, ¿son estos los lazos que nos atan a la vida? ¡Maldigo esta vida! ¡Sí, la maldigo, porque estoy en ella como en el horno del volcán que crepita allá en lo lóbrego!”.

14 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 106.

15 Louis-Timagène Houat, Les marrons, op. cit., p. 26 : « Ah! Frères, ne faisons pas de bêtises ! Attendons cette bonne chose-là qu’on appelle émancipation. Et, d’ici qu’elle arrive, puisqu’il fait trop mauvais dans l’établissement, ramassons notre petit paquet, et sauvons-nous du maître. Nous serons marrons ». “¡Ah, hermanos, no hagamos tonterías! Esperemos a esa cosa buena que se llama emancipación. Y, hasta que llegue, como la cosa va muy mal en el establecimiento, cojamos nuestro hatillo y huyamos del amo. Seremos cimarrones».

16 Ver José Gomariz, “Gertrudis Gómez de Avellaneda y la intelectualidad reformista cubana. Raza, blanqueamiento e identidad cultural en Sab”, Caribbean Studies, vol. 37 (1), 2009, p. 97-118.

17 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 109.

18 Lucía Guerra, “Estrategias femeninas en la elaboración del sujeto romántico en la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda”, Revista Iberoamericana, vol. 51, 1985, p. 707-722. Ver también el artículo de Doris Sommer, “Sab, c’est moi” que entiende al personaje como una alter-ego de su autora.

19 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 110.

20 Louis-Timagène Houat, Les marrons, op. cit., p. 49. “Sólo recordaba, como la reminiscencia de un sueño lejano, que su padre debió de ser un líder guerrero, que siempre llevaba plumas brillantes incrustadas en el pelo encrespado”.

21 Ibid., p. 51. “Le trataban mucho más como a un amigo que como a un esclavo. Nada se comía sin que Frême probara su pequeña porción; y también participaba, sin que lo pareciera, en las lecciones del maestro, y así aprendió a leer y a escribir para gran asombro y disgusto de todos”.

22 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 210.

23 Louis-Timagène Houat, Les marrons, op. cit., p. 58. “Impenetrable a cualquier prejuicio absurdo, y siguiendo sólo a la naturaleza y a su corazón, Marie, lejos de haberse alejado nunca de Frême por su color, se había sentido atraída hacia él, no sólo por una viva gratitud, sino también por todo lo que hay de puro y emotivo en lo que una mujer libre y no pervertida siente irresistiblemente por el hombre de su elección”.

24 Ibid., p. 52.

25 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 108.

26 Ibid., p. 225.

27 Louis-Timagène Houat, Les marrons, op. cit., p. 101.

28 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 111.

29 Ibid., p. 52. “Oh, ¡qué no habría dado por la posibilidad de seguir siendo su esclavo, de seguir estando a sus pies toda la vida!”.

30 Gilles Lipovetsky, La tercera mujer. Permanencia y revolución de lo femenino, Barcelona, Editorial Anagrama, 1999, p. 105.

31 Novela epistolar de Johann Wolfgang von Goethe, importante hipotexto (Genette) para la novela sentimental decimonónica. Publicada originalmente en 1774, en Leipzig, y traducida al francés a partir de 1776. La primera edición es español se publica en Barcelona, en 1835.

32 Louis-Timagène Houat, Les marrons, op. cit., p. 85.

33 Ibid., p. 84-85. “Pero en el mismo lugar donde se había aparecido, salió una hermosa mujer blanca con los rasgos de María, con un niño al pecho. Y esta mujer levantó al niño por encima de su cabeza, como hace el sacerdote con la hostia, e inmediatamente todos los que intentaban salvarse en el lago de sangre tomaron el color del niño, que era una mezcla de negro, blanco, amarillo y rojo, muy parecido al de ciertos orientales o mulatos”.

34 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 104.

35 Édouard Glissant, Poétique de la relation, Paris, Gallimard, 1990.

36 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 169.

37 La novela hace alusión al pasado indígena cubano, es decir, a las poblaciones taínas y siboneyes (ver José Alvarez Conde, “Culturas aborígenes de Cuba”, Cuba Arqueológica, año III, número 2, 2010). Para una conceptualización y periodificación literaria, ver Jorge Lefevre Tavárez, “El Indianismo en Cuba y Puerto Rico”, tesis, The University of Chicago, 2020,
https://www.proquest.com/openview/f66d3c9ca5b0e5a999e125ed60632e95/1?cbl=18750&diss=y&pq-origsite=gscholar [consultado: 14/05/2025]

38 Louis-Timagène Houat, Les marrons, op. cit., p. 85. “Y esta gota de leche cayó y se esparció por todo el lago de sangre, que inmediatamente cambió su consistencia, su color y su forma; se convirtió en una tierra cubierta de árboles y animales, un país accidentado, rico y fértil, un país donde no había condiciones entre los habitantes, donde todos eran libres; donde, lejos de tratar de hacerse la guerra unos a otros, de esclavizarse y destruirse, parecían felices de encontrarse, felices de verse como iguales, de amarse, de unirse y de ayudarse”.

39 Ver el artículo de Joséphine Marie dedicado al viaje de Cubitas y el significado simbólico de este espacio en la novela, https://journals.openedition.org/agedor/1462

40 Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab, op. cit., p. 165.

41 Ibid., p. 275.

Mónica Cárdenas Moreno

Université de La Réunion, DIRE

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