El despertar de la conciencia. Condición social y politización de las mujeres trabajadoras en la novela La Tribuna

Óscar Freán Hernández

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Óscar Freán Hernández, « El despertar de la conciencia. Condición social y politización de las mujeres trabajadoras en la novela La Tribuna », Tropics [En ligne], 8 | 2021, mis en ligne le 01 juillet 2021, consulté le 20 avril 2024. URL : https://tropics.univ-reunion.fr/1554

El objetivo del presente artículo es realizar una lectura histórica de la novela La Tribuna de Emilia Pardo Bazán, interesándonos de manera particular en la situación de las mujeres obreras de la Marineda –A Coruña– de la década de 1860. Las rela­ciones de género, los desequilibrios sociales y la toma de conciencia política son los aspectos a privilegiar en nuestro análisis. En un periodo de fuerte progresión de las ideas políticas liberales, queremos poner de relieve el papel de las mujeres en los procesos de construcción de la identidad de clase y de desarrollo de las reivindica­ciones obreras. La protagonista de la novela encarna, como mujer y como obrera, esta lucha emancipadora contra las estrictas normas sociales y las relaciones de poder –económicas y de género– características de la época.

L’objectif de cet article est de réaliser une lecture historique du roman La Tribuna d’Emilia Pardo Bazán, en particulier en s’intéressant à la situation des femmes ouvrières de Marineda – La Corogne – des années 1860. Les rapports de genre, les déséquilibres sociaux et la prise de conscience politique sont les aspects privilégiés de notre analyse. Dans une période de forte progression des idées politiques libérales, nous voulons mettre en avant le rôle des femmes dans les processus de construction de l’identité de classe et de développement des revendi­cations ouvrières. La protagoniste du roman incarne, en tant que femme et ouvrière, cette lutte émancipatrice contre les strictes normes sociales et les rapports de pouvoir – économiques et de genre – caractéristiques de l’époque.

Introducción

A lo largo del siglo XIX, la ciudad de A Coruña –la Marineda de La Tribuna– se configuró como uno de los centros de referencia del liberalismo político en España. Favorecida por su condición portuaria abierta al Atlántico, la ciudad vivió en la segunda mitad de siglo un fuerte desarrollo de las ideas republicanas y del movimiento obrero. En una España marcada por su débil desarrollo urbano, la ciudad de A Coruña experimentó, como otras ciudades españolas, una progresión de su población entre 1850 y 1900 que, en términos globales, le supuso pasar de unos 25.000 habitantes a superar los 40.000. A su carácter portuario, que le reportaba los beneficios del comercio ultramarino, añadía su condición de plaza fuerte. Además, a lo largo del siglo XIX, sumaría el de centro administrativo a nivel municipal y provincial, e igualmente militar como sede de la Capitanía general. Durante ese periodo, la ciudad experimentará asimismo una expansión urbanística con el derribo de las murallas y la construcción del ensanche.

Económicamente, A Coruña se irá también configurando a lo largo del siglo XIX como un centro comercial e industrial. Industrias y talleres que, de manera general, serán «de pequeño tamaño y orientadas principalmente al consumo». Además, serán importantes las actividades pesqueras y las ligadas a la navegación transoceánica1. Entre las industrias destacará la fábrica de tabacos, cuyo origen se remonta a la primera década del siglo. Una fábrica que será uno de los espacios privilegiados en la novela de Emilia Pardo Bazán objeto de análisis en este trabajo.

Desde el punto de vista político, la ciudad tenía una larga tradición liberal y republicana. Los republicanos coruñeses fueron especialmente activos en la prepa­ración del levantamiento de 1868 –contexto éste en el que se sitúa la trama de La Tribuna. Entre sus líderes destacaron Ramón Pérez Costales, Juan Montero Telinge y Federico Tapia Segade, que sería alcalde la ciudad entre 1872 y 1873. El republi­canismo de la ciudad participó en los acontecimientos revolucionarios de septiembre de 1868 que pusieron fin al reinado de Isabel II. Esta revolución –la Gloriosa– supuso el final del obsoleto régimen liberal que había llegado a una situación insostenible. Se inició entonces el periodo del Sexenio Democrático –o revolú­cionario– que, si bien fue breve y políticamente muy inestable, permitió un evidente avance democratizador en España. Entre algunas de las reformas promovidas, el reconocimiento de las libertades y de los derechos individuales favoreció el desarrollo de una fuerte movilización política y social que sirven de marco a la novela La Tribuna escrita por Emilia Pardo Bazán y publicada en su primera edición en 1882.

La Gloriosa fue apoyada de manera pacífica en la ciudad de A Coruña. Cuando se produjo el pronunciamiento el 29 de septiembre, los republicanos y los progre­sistas recorrieron las calles con el retrato del general Prim –uno de los líderes revolucionarios– gritando reivindicaciones y consignas en defensa de la libertad, la soberanía nacional y la marcha de los Borbones. La violencia fue meramente simbólica, limitándose al retrato de Isabel II que fue descolgado del ayuntamiento y lanzado por la ventana. Además, se liberó a los prisioneros por motivos políticos de la prisión local y se nombró una Junta Revolucionaria2. En este contexto local se desarrolla el relato de Pardo Bazán. Su protagonista, Amparo, es una de las operarias de la fábrica de tabacos; y Baltasar, su pretendiente que la acabará abandonando, un militar. En el tratamiento de la novela, es especialmente destacable la perspectiva que adopta la autora al centrar el relato en una mujer de la clase trabajadora. Tanto el hecho de ser mujer como el de ser trabajadora son dos aspectos novedosos en la literatura contemporánea; aspectos que sitúan a Emilia Pardo Bazán en la tradición que pocos años antes en Francia había iniciado Émile Zola.

Emilia Pardo Bazán, perfecta conocedora de la realidad coruñesa de su tiempo, eligió a una cigarrera como protagonista de su novela; mostrándonos de esta manera en su obra una imagen de las condiciones de vida y de trabajo de las mujeres obreras de la ciudad. En nuestro trabajo haremos una lectura de la obra de Pardo Bazán poniéndola en relación con el contexto del mundo laboral femenino, de las condi­ciones de vida de las obreras, de sus mecanismos de solidaridad, de su politización y del incipiente desarrollo del movimiento obrero local en el que participaron las mujeres proletarias retratadas en La Tribuna. Aunque el rol de las mujeres haya sido tradicionalmente invisibilizado por las ciencias sociales, su labor fue importante en el proceso de construcción de una identidad de clase y en la consolidación y desarrollo posterior del asociacionismo obrero local. El objetivo final es mostrar cómo se refleja en la novela la situación histórica de las mujeres obreras coruñesas del siglo XIX, tanto en lo relativo al personaje principal como a los secundarios de la obra.

Emilia Pardo Bazán llevó a cabo una labor de observación de las cigarreras en su lugar de trabajo, lo que le permitió escribir de una manera fidedigna sobre la actividad de las mujeres empleadas en la fábrica de tabacos. La presencia de las cigarreras en la vida coruñesa no se limitaba al ámbito fabril, pues en una localidad relativamente pequeña como era la ciudad de A Coruña de aquellos años, estas trabajadoras eran un colectivo conocido y familiar para la población; sobre todo en los barrios populares donde vivían estas mujeres, pero también en el centro de la ciudad –lugar de residencia de la autora de la novela– al ser éste igualmente uno de los espacios que frecuentaban en su vida cotidiana muchas de estas cigarreras.

El origen de la fábrica de tabacos de A Coruña se remonta al año 1804, desarrollando a partir de ese momento una actividad que estará en plena expansión en las décadas siguientes. A mediados del siglo XIX, este centro fabril llegó a contar con un número de empleados que se situaba entre 3.500 y 4.0003.Su mano de obra era fundamentalmente femenina. En 1870, momento en que está ambientada La Tribuna, había unas 3.000 cigarreras ocupadas que eran remuneradas a destajo4. Los pocos hombres que trabajaban en la fábrica se ocupaban de las tareas físicamente más exigentes –los obreros– y de toda la gestión administrativa – los cuadros admi­nistrativos y de dirección. En nuestro análisis destacaremos tres aspectos fundamen­tales que iremos situando en el contexto histórico de la ciudad de aquellos años: el clasismo de la sociedad coruñesa de ese periodo, la fuerte identidad profesional de las cigarreras y el proceso de politización que se va operando en la protagonista de la novela.

Clasismo

A lo largo de la novela constatamos diferentes aspectos que muestran las marcadas diferencias de clase existentes en la época. Tanto los espacios de vida y de sociabilidad, como las actitudes y los comentarios de los protagonistas remiten a una rígida estructuración de la sociedad decimonónica. Una estructuración que es criticada y contestada por la protagonista de la novela –Amparo– por considerarla propia de los tiempos pasados e inadaptada al futuro inmediato que ella anhela y que se dibuja en un horizonte político en plena efervescencia. En el contexto de la Gloriosa en el que está ambientado el relato, el discurso político republicano y obrero remitía justamente al reconocimiento de las libertades y de la igualdad social.

Ese clasismo presente a lo largo de toda la novela atraviesa la narración mostrándonos la difícil permeabilidad social. Los esfuerzos de la rebelde Amparo y la ambición propia de su juventud por romper el corsé de su situación social, chocan sin embargo con una realidad que se impone, y que otros personajes le recuerdan a lo largo de todo el relato. La diferencia de clases es perceptible desde el inicio de la novela. Los dos primeros capítulos describen detalladamente a la familia de Amparo y sus pobres condiciones de vida. Amparo y sus padres vivían en Os Castros, un barrio popular cerca da la fábrica de tabacos situado en aquellos años en el extrarradio de la ciudad de A Coruña. De hecho, en la época en que fue escrita La Tribuna, Os Castros pertenecía al municipio de Oza, que no sería anexionado al de A Coruña hasta el año 1912 en el proceso urbanístico de expansión de la ciudad. Debido a los problemas económicos de la familia, a causa en gran parte a la muerte de su padre, Amparo y su madre deberán mudarse a Santa Lucía, igualmente en la zona de Os Castros cercana a la fábrica. Este nuevo espacio de la vida familiar aparece descrito en el capítulo 30, destacando su carácter popular y su población formada por trabajadores, muchos de ellos pescadores. Esta representación destaca un modo de vida comunitario, puertas afuera de las viviendas, en el que reinaba una intensa solidaridad entre el vecindario.

Vivía el barrio entero en la calle, por poco que el tiempo estuviese apacible y la temperatura benigna. Ventanas y puertas se abrían de par en par, como diciendo que donde no hay no importa que entren ladrones; y en el marco de los agujeros por donde respiraban trabajosamente los ahogados edificios, se asomaba ya una mujer peinándose las guedejas, […] ya otra remendando una saya vieja; ya lactando a un niño […]; ya mondando patatas […]. Esta vecina atravesaba con la sella […] camino de la fuente; aquélla se acomodaba a sacudir un refajo […]; la de más acá salía con ímpetu a administrar una mano de azotes al chico que se tendía en el polvo; la de más allá volvía con una pescada, cogida por las agallas, que se balanceaba y la flagelaba el vestido. […]. Pañales pobres se secaban en las cancillas de las puertas; la cuna del recién nacido, colocada en el umbral, se exhibía tan sin reparo como las enaguas de la madre… y, no obstante, el barrio no era triste; […] el paso de los coches lo alborotaba; los chiquillos, piando como gorriones, le prestaban por momentos singular animación; apenas había casa sin jaula de codorniz o jilguero […]; y no bien lucía el sol, las barricadas de sardinas arenques, arrimadas a la pared y descubiertas, brillaban como gigantesca rueda de plata.
Tampoco faltaban allí comercios que […] se acomodaban a la pobreza de la barriada. […]. Todo se compraba de fiado […]. Reinaba en el barrio cierta confianza, una especie de compadrazgo perpetuo, un comunismo amigable: de casa a casa se pedían prestados no solamente enseres y utensilios sino «una sed» de agua, «una nuez» de manteca, «un chiquito» de aceite, «una lágrima» de leche, «una nadita» de petróleo5.

La humildad del barrio y, en general, de las viviendas –que en el caso de Amparo se ve también en el capítulo 1– remite a unas condiciones de vida muy modestas propias de las clases populares del momento. Frente a ellas, Pardo Bazán nos muestra las viviendas de las clases acomodadas, acentuando un contraste que va a estar presente, de manera explícita e implícita, a lo largo de toda la novela. Del sentido comunitario del barrio popular y de la confraternidad vecinal con sus casas abiertas y la vida en la calle, se pasa a la privacidad de las viviendas burguesas, situadas en el ensanche de Pescadería – el barrio bajo de la novela.

Así, en los capítulos 4 y 5, se muestran el lujo y las comodidades de la casa de los Sobrado, ricos comerciantes de la ciudad, cuyo hijo, Baltasar, es uno de los personajes socialmente antagonista de Amparo. En el banquete en honor a Baltasar –en el capítulo 4– se describe la opulencia burguesa y las condiciones de vida de las elites de la ciudad: las luces, el sofá, el piano, el espejo, las aves disecadas o el juego de café dibujan un contraste con la miseria y la necesidad de los barrios populares.

Las conversaciones de estos burgueses –sobre todo en el capítulo 5– enfatizan ese elitismo provinciano y el desprecio hacia las clases populares característicos del momento. Un desprecio y una diferencia de clase que se manifiestan cuando el grupo de niñas del que forma parte Amparo sube al salón de la casa de los Sobrado, en pleno banquete, para cantar los reyes. Allí, las chiquillas son escrutadas a la luz de un candelabro como seres extraños, destacándose sus ropas viejas y desaliñadas que podemos imaginar, sin gran esfuerzo, totalmente contrapuestas a los vestidos lim­pios, nuevos y de calidad de los burgueses: «Lo cierto es que la viva luz de las bujías, tan propicia a la hermosura, patentizaba y descubría cruelmente las fealdades de aquella tropa, mostrando los cutis cárdenos, de colores desteñidos; la descalcez y flacura de pies y piernas; todo el mísero pergeño de las cantoras»6.

Sin olvidar las referencias de los burgueses al mal olor y a la suciedad de las chiquillas: «no ven el agua ni una vez al año», dice doña Dolores, la madre de Baltasar7. En un capítulo anterior, el tercero, Pardo Bazán describe los modos y la indumentaria de las clases pudientes a la hora de la misa, mostrando una vez más las diferencias entre las clases acomodada y popular:

Cuanto lujo ostenta un domingo en una capital de provincia se veía reunido ante el pórtico, que las gentes cruzaban con el paso majestuoso de personas bien trajeadas y compuestas, gustosas de ser vistas y mutuamente resueltas a respetarse y no repartir empellones. Hacían cola las señoras aguardando su turno, empave­sadas y solemnes, con mucha mantilla de blanda, mucho devocionario de canto dorado, mucho rosario de oro y nácar; las niñas casaderas, de colorines vistosos8.

Las diferencias de clase se siguen evocando durante el galanteo entre Amparo y Baltasar. Por ejemplo, al recordar ella que «bien sabía lo que pasaba por el mundo, y cómo los hombres pensaban que las hijas del pueblo las daba Dios para serviles de juguete»9. Igualmente, cuando reprocha a Baltasar el que quiera comprometerla: «¡Quiere conducirse como se conducen los demás con las muchachas de mi esfera […] La sociedá [sic] se opone a que usted me dé la mano de esposo»10. Todo esto se irá confirmando en los capítulos sucesivos de la novela, dando la razón a la madre de Amparo cuando dice a ésta que «el pobre, pobre es […] tú te quedarás pobre, y el señorito se irá riendo…»11. Así, Baltasar da muestras de su pudor burgués y evita, en la medida de lo posible, ser visto con una cigarrera. Como se apunta en la novela, «no tardó en buscar lugares más recónditos para las entrevistas [con Amparo], adonde cada cual iba por su lado, no reuniéndose hasta estar al abrigo de ojos indiscretos»12. Un pudor que se convierte en temor cuando Amparo le amenaza diciéndole que «el día menos pensado […] cuando te vea en la Filas o en la calle Mayor… me cojo de tu brazo delante de las señoritas, ¿oyes?, y canto allí mismo, allí…, todo lo que pasa»13.

Los sueños y anhelos de igualdad de Amparo tienen una doble vertiente. Por un lado, su interés por situarse al mismo nivel de Baltasar, su pretendiente, y poder vivir abiertamente con él su relación de pareja. Además, el trasfondo revolucionario de la Gloriosa y la defensa del ideal político del republicanismo federal, también contribuyen a alimentar la reivindicación de una sociedad más igualitaria y el reconocimiento de derechos para las clases populares. Y aunque esas ambiciones personales de Amparo no se van a materializar en la práctica de manera inmediata –ni su matrimonio con Baltasar ni la igualdad social de hecho – su evocación en la novela pone de manifiesto la existencia de ese movimiento reivindicativo que estaba avanzando entre las clases populares, a pesar de las enormes dificultades para ponerlo en práctica. Dificultades que son mayores para las mujeres, como vemos por ejemplo en el caso del derecho a voto, pues el reconocimiento del sufragio universal en el Sexenio se va a limitar al voto masculino.

Identidad profesional

La disparidad entre burguesía y trabajadores es la que predomina en la novela y refleja las diferencias de clase y la poca permeabilidad existente en la sociedad de aquellos años. A esta división entre burgueses y obreros debemos todavía añadir la existencia de otras categorizaciones entre las propias clases populares que aparecen también en la novela. Por un lado, la que enfrenta a las personas por su origen urbano o rural y, por otro lado, las que remiten bien a la edad, bien a ciertos oficios con un mejor status social. La primera es perceptible en la fábrica de tabacos, donde unas operarias proceden de la ciudad de A Coruña y otras de las zonas rurales cercanas. Se percibe así la frontera social existente entre vilegas y campesinas, en las que las primeras aparecen como más finas y más avanzadas social y políticamente frente a las segundas, consideradas más conservadoras y embrutecidas. Algo que genera incluso disputas, como se ve en el capítulo 13.

Las diferencias entre las clases populares de origen urbano y rural alcanzan un nivel más acentuado al presentar a Chinto, el joven aprendiz de barquillero que va a ayudar al padre de Amparo cuando esta empieza a trabajar en la fábrica de tabacos. Chinto es descrito de una manera absolutamente desagradable: «tenía facciones abultadas e irregulares, piel de un moreno terroso, ojos pequeños y a flor de cara; en resumen, la fealdad tosca de un villano feudal»14. Pardo Bazán lo califica más adelante como «rudo y tardío de habla como suele ser el aldeano»15 e insistiendo en la distancia con la protagonista añade que «para Amparo, hija de las calles de Marineda, ciudadana hasta la médula de los huesos, Chinto era un idiota»16.

Volviendo a la categorización de las trabajadoras en La Tribuna, también se matiza la diferencia en razón de la edad entre las operarias más jóvenes, de la ciudad, y las madres de familia; unas en plena efervescencia propia de su edad y otras ya menos lozanas en razón de sus ocupaciones y responsabilidades familiares. Lo describe Emilia Pardo Bazán en el capítulo 11 de la novela, cuando presenta el taller de pitillos donde trabaja Amparo:

Preponderaban en el taller de pitillos las muchachas de Marineda; apenas había aldeanas; así es que abundaban los lindos palmitos, los rostros juveniles. Abajo, la mayor parte de las operarias eran madres de familia, que acuden a ganar el pan de sus hijos, agobiadas de trabajo; arrebujadas en un mantón, indiferentes a la compostura, pensando en las criaturitas que quedaron confiadas al cuidado de una vecina; en el recién, que llorará por mamar, mientras a la madre le revientan los pechos de leche… Arriba florecen todavía las ilusiones de los primeros años y las inocentes coqueterías que cuestan poco dinero y revelan la sangre moza y la natural pretensión de hermosearse17.

Las diferencias sociales que remiten a la edad o al origen urbano o rural de los distintos personajes no se superponen, sin embargo, al orgullo profesional que es un elemento común a las cigarreras vilegas y campesinas. Esto se ve especialmente, en la fábrica de tabacos, en el momento de expresarse la solidaridad entre trabajadoras en la defensa de su estatuto y de sus intereses comunes. El trabajo de las cigarreras otorgaba ya un cierto estatus social; en gran medida porque tenían una remuneración por encima de la media de las otras mujeres trabajadoras. Ese orgullo del oficio lo percibe Amparo desde sus inicios como operaria en la fábrica: «no tardó en enca­riñarse con la fábrica, en sentir ese orgullo y apego inexplicables que infunden la colectividad y la asociación: la fraternidad del trabajo (…) Desde el día de su entrada vestía el traje clásico de las cigarreras; el mantón, el pañuelo de seda para las solemnidades, la falda de percal planchada y de cola»18.

El estatus social que otorgaba el desarrollo de determinados oficios y que conferían una cierta posición de privilegio entre la clase trabajadora no era exclusivo de las cigarreras. También los oficios de modista o de encajera permitían disfrutar igualmente de un cierto privilegio en comparación con otras operarias. Carmela, una de las amigas y vecinas de Amparo, era encajera. Otras de sus amistades, Ana la Comadreja y la Guardiana, eran igualmente cigarreras y trabajaban con ella en el taller de pitillos. A su juventud y su origen urbano, unían así estos personajes una condición profesional que les daba cierta categoría.

Es preciso, sin embargo, matizar esta situación laboral. En primer lugar, porque los salarios de las cigarreras, aun siendo mejores que los de otras trabajadoras, eran muy inferiores a los de los trabajadores hombres. Además, las condiciones de trabajo en la fábrica de tabacos eran bastante penosas. Las altas temperaturas, la falta de ventilación y los problemas de higiene incidían directamente en la salud de las trabajadoras, siendo por ejemplo la tuberculosis una de las enfermedades habituales de estas mujeres. En segundo lugar, porque las trabajadoras estaban expuestas al acoso y a los abusos sexuales que, como mujeres, sufrían o podían sufrir por parte de otros trabajadores hombres o de algunos jefes o responsables19.

En el ámbito profesional, es igualmente importante destacar la cuestión de la solidaridad entre las trabajadoras de la fábrica de tabacos, un aspecto que percibimos a lo largo de la narración. Esta solidaridad era muy fuerte entre las cigarreras, a pesar de las diferencias o de las disputas que pudieran existir entre ellas. Ahí se mezclaban el orgullo del oficio con la defensa de los intereses comunes ante la dirección o los ataques y críticas exteriores. Emilia Pardo Bazán debió verlo y comprenderlo de manera evidente, tanto en su vida en A Coruña como en sus visitas a la fábrica de tabacos, y así lo hizo ver en la novela por medio de Baltasar cuando, en una charla con su amigo Borrén, califica a las cigarreras de «masonería de mujeres, que, aunque hoy se arranquen el moño, mañana se ayudan todas como una legión de diablos»20.

El apoyo mutuo de base profesional se muestra de manera más evidente en las situaciones de crisis y en los momentos de apuro de alguna de las compañeras. Podemos ver esto en el capítulo 29. Por un lado, por medio de la movilización y la protesta por la hoja de tabaco de mala calidad que no permite a las cigarreras desarrollar su labor. Y, por otro lado, por la ayuda mostrada a una compañera expulsada por haber robado tabaco en la fábrica. En ambos casos, las cigarreras reaccionan de manera unida y solidaria para defender su interés colectivo por el trabajo y apoyar a su compañera expulsada. Algo similar sucede con Amparo cuando al descubrirse su embarazo del hijo que espera de Baltasar, y a pesar de la vergüenza que ella siente, sus compañeras de la fábrica le muestran su apoyo y su solidaridad21.

La fraternidad entre cigarreras se ve igualmente en las celebraciones del carnaval –en el capítulo 22– y en la fiesta llamada de Las comiditas en el capítulo 25. No es extraña la referencia al carnaval en la novela, pues era éste uno de los festejos más importantes de la ciudad; sobre todo en los años previos a la Restauración, cuando se mezclaban el carácter rural, popular y transgresivo de la fiesta con la pretensión de la burguesía local de controlarlo y encuadrarlo en unas actividades menos espontáneas22. Un último ejemplo de la fraternidad entre cigarreras se ve también en el caso de la madre de Amparo, de joven igualmente operaria en la fábrica de tabacos, que desde su lecho de tullida añora la animación de la fábrica y a las compañeras de trabajo23.

Politización

El orgullo profesional y la solidaridad de clase en los conflictos laborales remiten a un compromiso que, de manera consciente o inconsciente, trasluce un posicionamiento político que afirma la unidad de las trabajadoras frente al gobierno de Madrid y frente al Estado, que además de representante del poder es, al mismo tiempo el dueño de la fábrica de tabacos y el patrón de las trabajadoras. En La Tribuna, la politización de Amparo y de sus compañeras es destacable a dos niveles. En primer lugar, por el contexto revolucionario que sirve de marco a la novela en el que se desarrolló el protagonismo político de las clases populares. En segundo lugar, por el proceso de concienciación que va experimentando la protagonista de la obra. Una politización de las clases trabajadoras que, en el periodo de la Gloriosa, se opera en el terreno del republicanismo, pero que en los años siguientes se va a reorientar hacia las ideas de la de AIT y provocar la ruptura con los republicanos.

Una buena parte de esa politización pasa por la palabra escrita. La prensa era un medio fundamental en la socialización política de estos años. La proliferación y riqueza de las cabeceras durante el Sexenio era el reflejo de las luchas ideológicas y de la batalla política del momento. Los periódicos coruñeses o los publicados en otras localidades españolas y que llegaban a la ciudad eran uno de los canales de divulgación de las ideas republicanas, federales y obreras. El primer periódico publicado en Galicia con un perfil claramente obrerista fue editado justamente en A Coruña en 1866. Se titulaba El Obrero Galaico y su orientación parece ser republi­cana cooperativista, situándose así en ese espectro político de convergencia de obreros y de republicanos que aparece en la novela24.

La prensa es el instrumento que acerca a Amparo a las ideas políticas. En este proceso de ideologización es importante la influencia de su vecino barbero. Es a este personaje –«que era leído, escribido y muy redicho»25–, a quien Amparo lee los periódicos progresistas en su barbería26. Amparo había aprendido a leer en sus escasos años de escuela –lo que resulta notable teniendo en cuenta la elevada tasa de analfabetismo del país– y esa práctica de la lectura está presente a lo largo de la novela, tanto en la barbería vecina como en la propia fábrica de tabacos desde que empieza a trabajar como cigarrera. Es allí, en las lecturas colectivas, donde Amparo empieza a asumir un rol más destacado en el activismo político republicano y federal.

La fábrica de tabacos […] fue centro simpatizador para la federal. De la colecti­vidad nació la confraternidad política; a las cigarreras se le abrió el horizonte republicano de varios modos: por medio de la propaganda oral, a la sazón tan activa y también, muy principalmente, de los periódicos que pululaban. Hubo en cada taller una o dos lectoras; les abonaban sus compañeras el tiempo perdido, y adelante. Amparo fue de las más apreciadas, por el sentido que daba a la lectura; tenía ya adquirido hábito de leer […]. Su lengua era suelta, incansable su laringe, robusto su acento. Declamaba, más que leía, con fuego y expresión, subrayando los pasajes que merecían subrayarse, realzando las palabras de letra bastardilla, añadiendo la mímica necesaria cuando lo requería el caso […]. La figura de la muchacha, el brillo de sus ojos, las inflexiones cálidas y pastosas de su timbrada voz de contralto, contribuían al sorprendente efecto de la lectura […]. El taller entero se embelesaba escuchándola, y compartía sus afectos y sus odios27.

Las lecturas colectivas eran una práctica muy común en los ambientes obreros del siglo XIX y de comienzos del siglo XX. Con un elevado nivel de analfabetismo y con unas clases populares que no sabían o que tenían muchas dificultades para poder leer, la práctica de la lectura colectiva suponía la posibilidad, muchas veces única, de acceder a unas informaciones, a unas ideas y a un conocimiento que difícilmente se podría obtener de otro modo. El impacto de estas lecturas era enorme; la sugestión que producían en el lector y en los oyentes era inigualable, pues las palabras de un discurso eran algo efímero, mientras que los artículos de la prensa permanecían y podían ser leídos y releídos de manera regular.

La politización de Amparo se va haciendo de manera progresiva paralelamente a la evolución de los acontecimientos nacionales y locales. Si su conocimiento del republicanismo federal es un tanto básico y superficial –como se ve en su diálogo con su amiga Carmela, la encajera, en el capítulo 16– su implicación en los actos políticos muestra su convicción en defensa de los principios igualitarios, de eman­cipación y de justicia:

- Dime una cosa, mujer.
- Mas que sean dos.
- Y ¿qué significa eso de la República federal?
- Significa… ¿qué ha de significar, repelo? Lo que predicaron ésos.
- Pero no me hice bien de cargo… ¿Qué más tiene eso que el gobierno que hay ahora?
- Tiene, tiene, tiene… tiene que Madrí (sic) no se nos monte encima, y que haya honradez, paz, libertá (sic), trabajo…
- Pero… vamos, una pregunta, por preguntar, mujer ¿No decía, cuando vino el barullo de la revolución el año pasado, que nos iban a dar todo eso? Conforme aquéllos no lo dieron, también podrá cuadrar es que no lo den estotros.
- No puede ser, y no, y no, porque éstos son otros hombres de otra manera, que miran por el bien del pueblo… No digas tontadas28.

En los dos capítulos siguientes –17 y 18– el nivel de militantismo llega a un punto culminante con el arribo de los delegados del norte a la ciudad y el banquete republicano celebrado en honor de tal ocasión. Ahí es donde Amparo se convierte en la «tribuna del pueblo», en un acto en pleno banquete en el que, acompañada por un grupo de mujeres republicanas de la fábrica, da la bienvenida y entrega un ramo de flores al presidente de la ceremonia. El episodio narrado en la novela se corres­ponde, sin duda, a la firma del pacto galaico-asturiano que tuvo lugar en la ciudad de A Coruña el 18 de julio de 1869, acuerdo que hay que entender en el contexto de los diferentes pactos territoriales que el republicanismo federal español había establecido desde la primavera anterior29.

En esta evolución militante de Amparo, se muestra su liderazgo en el capítulo 34 durante la movilización de las trabajadoras de la fábrica de tabacos que protestan por los retrasos en el pago de sus salarios. La protesta degenera en huelga, y Amparo, en su rol de tribuna del pueblo, asume el papel de animadora de un conflicto que cuenta con al apoyo masivo de sus compañeras cigarreras. Esta movilización tiene lugar en la fábrica, y muestra la capacidad de organización de las operarias para defender sus intereses. Estamos en una movilización de tipo sindical o protosindical. Hay un grado de espontaneidad y una modalidad de acción próxima al motín; si bien en la protesta convergen los intereses materiales con los discursos políticos igualita­rios del republicanismo federal. Amparo incluso hace referencia a la Comuna de París, como ejemplo de lucha por la emancipación y la igualdad30.

La existencia de una movilización de ese tipo no es algo extraño, pues ya en esos años había un incipiente movimiento obrero de la ciudad. Las propias cigarreras ya habían llevado a cabo movilizaciones profesionales en las décadas anteriores –un motín en 1831 y la destrucción de maquinaria en 1857– y la descrita en la novela corresponde sin duda a la que tuvo lugar en 1874 con motivo de la falta de materia prima y el impago de los salarios a las trabajadoras31. El incipiente movimiento obrero coruñés, al igual que en otras ciudades del país, estaba en estos años vincula­do al republicanismo. De hecho, en su discurso en la fábrica, Amparo incluye también la defensa del federalismo y la crítica «a los señorones de Madrid»32, en un momento en que se intuye la proclamación de la república federal ante la inminente abdicación del rey Amadeo I que se anuncia en las primeras líneas del capítulo. Por aquellos años se estaba ya empezando a evidenciar el distanciamiento orgánico entre los obreros organizados y los republicanos. De hecho, en el otoño de 1871 se consti­tuyó en A Coruña una primera sección de la AIT. Y unos meses más tarde, en julio de 1872, estos obreros internacionalistas acordaron la separación de sus organiza­ciones del partido republicano, inclinándose políticamente, a partir de ese momento, hacia las posiciones colectivistas anarquistas de la AIT33.

Otro elemento destacable en la parte final de la novela es la representación teatral que Amparo va a ver con su amiga Ana y que es narrada en el capítulo 36. La obra representada es Valencianos con honra, de Francisco Palanca Roca. Un drama en tres actos, estrenado en 1870, que narra la resistencia de la ciudad de Valencia en el marco de la revuelta federal de octubre de 1869. Es una obra con un evidente carácter proselitista de este autor –miembro del Partido Republicano Federal– que Emilia Pardo Bazán integra en su novela para enfatizar el clima revolucionario de la ciudad de Marineda en el albor revolucionario34. El teatro era también, en estos años, un medio de propaganda político de reconocida eficacia.

Conclusiones

A modo de conclusión, queremos apuntar cómo en la narración de La Tribuna se aprecian diferentes aspectos de las condiciones de vida y de trabajo de las obreras coruñesas, de manera particular de las cigarreras. Destacamos así el clasismo existente en la sociedad decimonónica, el orgullo profesional de las cigarreras y el proceso de politización de la protagonista de la novela en el marco revolucionario de La Gloriosa y del Sexenio democrático. Durante este periodo de la historia de España se produjo no solamente el final del régimen de Isabel II sino también la apertura de un proceso de democratización y de movilización política muy im­portante que, a partir de esos años, va a marcar al conjunto de las clases sociales del país. En ese contexto, el protagonismo de los trabajadores se va a ir incrementando tanto en el ámbito político como en el sindical.

En Amparo, la protagonista de la novela, convergen su carácter de obrera y su condición de mujer; dos aspectos novedosos en la literatura española de los años ochenta del siglo XIX. La novela de Pardo Bazán muestra así el doble proceso de concienciación obrera y de politización de Amparo, la joven cigarrera. Vemos de esta manera cómo, partiendo de sus condiciones de vida, se constatan la desigualdad social existente y el clasismo de la burguesía acomodada con respecto a la población de origen popular. Las condiciones de vida de miseria y necesidad de los trabaja­dores, personificados en el ejemplo de Amparo y su familia, contrastan con las de la burguesía que representa la familia de Baltasar. El juego de seducción y conquista de Baltasar con Amparo, a la que luego abandona, no hacen sino reforzar estas fuer­tes e infranqueables diferencias de clase que están presentes a lo largo de la novela.

La conciencia de clase apenas es evocada en la novela, aunque está implícita­mente presente en el conjunto del relato. Será el orgullo profesional de cigarrera el que predomine a lo largo de la obra, así como la práctica de la solidaridad entre las mujeres de la fábrica de tabacos. Paralelamente, y acompañando al discurso iguali­tario alimentado por el ambiente revolucionario de La Gloriosa y del Sexenio democrático, se asiste al proceso de politización de nuestra protagonista. Un proceso que se abre con la socialización política con el barbero por medio de la lectura de la prensa progresista, continúa con los actos públicos de los republicanos y culmina con el liderazgo que Amparo asume entre las operarias de la fábrica de tabacos. Tenemos que resaltar en este proceso el rol de la prensa y la práctica de las lecturas colectivas; y también, otra vez, el fuerte sentimiento de orgullo profesional de cigarrera y la solidaridad que se va tejiendo y manifestando entre las trabajadoras de la fábrica de tabacos. Un grupo que realmente actuaba de manera muy unida practi­cando la ayuda mutua entre las compañeras, independientemente de las diferencias de origen –rural o urbano– y de las distintas condiciones sociales de unas u otras – jóvenes trabajadoras o madres de familia.

Las aspiraciones igualitarias de la protagonista se expresan por medio del proyecto político republicano federal en pleno desarrollo. En esos años, el republica­nismo federal era una tendencia política en plena expansión que integraba las demandas y las reivindicaciones obreras. Amparo desempeña un rol político activo a lo largo de la novela, tanto por las convicciones que expresa como por su acción pública. Sin embargo, el rol de Amparo es secundario, especialmente en el banquete del capítulo 18, en el que su participación se reduce a llevar flores a la mesa de la presidencia. Por el contrario, su movilización es más activa en el interior de la fábrica asumiendo un liderazgo y tomando la palabra entre sus compañeras –mujeres– en defensa de sus reivindicaciones comunes.

El liderazgo político de Amparo se limita así al espacio femenino de la fábrica de tabacos, mientras que su posición fuera de los muros de la fábrica es subordinada al papel preponderante de los hombres. Esta posición de subordinación con respecto a los hombres se reproduce igualmente en su relación amorosa con Baltasar, subordi­nación que se superpone en este caso a la desigualdad social de clase existente entre los dos protagonistas. Estamos por lo tanto lejos de una posición que podamos calificar de feminista. Esto tampoco nos debe resultar extraño si tenemos en cuenta tanto la condición social de Emilia Pardo Bazán como el propio contexto social y político de aquellos años del siglo XIX en que fue escrita y está ambientada la novela. Sin embargo, es preciso relativizar esta afirmación en el sentido de reconocer la voluntad inequívoca de la protagonista de la novela de transgredir las normas y las relaciones sociales y de género imperantes en su época y que implicaban la doble subordinación de las mujeres de clase popular, tanto por su condición de mujeres como de trabajadoras. Ése sería, por lo tanto, el mérito que debemos reconocer a Pardo Bazán por haber elegido una mujer obrera como protagonista de su novela y haber situado la narración evocando unos temas políticos y sociales poco habituales hasta ese momento en la literatura española contemporánea.

1 Gérard Brey, Économie et mouvement syndical en Galice (1840-1911), Lille, Atelier National de Reprographie des Thèses, 1990, p. 108-131 y Lindoso

2 Barreiro Fernández, Xosé Ramón, Historia de la ciudad de A Coruña, A Coruña, La Voz de Galicia, col. «Biblioteca Gallega», 1986, p. 474-475.

3 Para la historia de la fábrica de tabacos cf. Alonso Álvarez, Luís, As tecedeiras de fume. Historia da Fábrica de Tabacos da Coruña, Vigo, A Nosa

4 Gérard Brey, «Mulleres e conflictividade social na Coruña (1874-1910)» in Os conquistadores modernos. Movemento obreiro na Galicia de anteguerra

5 Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, B. Varela Jácome (ed.), Madrid, Cátedra, col. «Letras Hispánicas», 1989, p. 213-215.

6 Ibid., p. 84.

7 Ibid., p. 86.

8 Ibid., p. 73.

9 Ibid., p. 201.

10 Ibid., p. 223.

11 Ibid., p. 232.

12 Ibid., p. 225.

13 Ibid., p. 236.

14 Ibid., p. 90.

15 Ibid., p. 122.

16 Ibid., p. 123.

17 Ibid., p. 114-115.

18 Ibid., p. 94-95.

19 Sobre esta precariedad y riesgos cf. Gérard Brey, «Mulleres e conflictividade social na Coruña (1874-1910)» in Os conquistadores modernos.

20 Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, B. Varela Jácome (ed.), Madrid, Cátedra, col. «Letras Hispánicas», 1989, p. 177.

21 Ibid., p. 237.

22 Gérard Brey y Serge Salaün, «Los avatares de una fiesta popular: el Carnaval de A Coruña en el siglo XIX», Historia Social, n°5, 1989, p. 25-35.

23 Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, B. Varela Jácome (ed.), Madrid, Cátedra, col. «Letras Hispánicas», 1989, p. 70.

24 Sobre ese periódico y los inicios de la prensa obrera cf. Freán Hernández, Óscar, A revolución escrita. A prensa obreira galega (1866-1936)

25 Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, B. Varela Jácome (ed.), Madrid, Cátedra, col. «Letras Hispánicas», 1989, p. 90.

26 Ibid., p. 87 y 102.

27 Ibid., p. 105-106.

28 Ibid., p. 141.

29 Barreiro Fernández, Xosé Ramón, «El republicanismo coruñés del siglo XIX. Mito y realidad histórica» in El republicanismo coruñés en la historia

30 Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, B. Varela Jácome (ed.), Madrid, Cátedra, col. «Letras Hispánicas», 1989, p. 240.

31 Ana Romero Masiá, «As cigarreiras coruñesas: revindicación, politización e solida­ridada na Palloza (1804-1936)» in El republicanismo coruñés en

32 Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, B. Varela Jácome (ed.), Madrid, Cátedra, col. «Letras Hispánicas», 1989, p. 239.

33 Gérard Brey, «Republicanismo y movimiento obrero en A Coruña entre 1868 y 1936» in El republicanismo coruñés en la historia, A Coruña, Concello

34 Una breve biografía de Francisco Palanca Roca en la web de Academia de la Historia: http://dbe.rah.es/biografias/7834/francisco-palanca-roca

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1 Gérard Brey, Économie et mouvement syndical en Galice (1840-1911), Lille, Atelier National de Reprographie des Thèses, 1990, p. 108-131 y Lindoso, Elvira y Mirás Araujo, Jesús, «La trayectoria de una economía urbana. A Coruña (1868-1936)», in El republicanismo coruñés en la historia, A Coruña, Concello de A Coruña, 2001, p. 31-38.

2 Barreiro Fernández, Xosé Ramón, Historia de la ciudad de A Coruña, A Coruña, La Voz de Galicia, col. «Biblioteca Gallega», 1986, p. 474-475.

3 Para la historia de la fábrica de tabacos cf. Alonso Álvarez, Luís, As tecedeiras de fume. Historia da Fábrica de Tabacos da Coruña, Vigo, A Nosa Terra, 1998.

4 Gérard Brey, «Mulleres e conflictividade social na Coruña (1874-1910)» in Os conquistadores modernos. Movemento obreiro na Galicia de anteguerra, D. Pereira (coord.), Vigo, A Nosa Terra, 1992, p. 31.

5 Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, B. Varela Jácome (ed.), Madrid, Cátedra, col. «Letras Hispánicas», 1989, p. 213-215.

6 Ibid., p. 84.

7 Ibid., p. 86.

8 Ibid., p. 73.

9 Ibid., p. 201.

10 Ibid., p. 223.

11 Ibid., p. 232.

12 Ibid., p. 225.

13 Ibid., p. 236.

14 Ibid., p. 90.

15 Ibid., p. 122.

16 Ibid., p. 123.

17 Ibid., p. 114-115.

18 Ibid., p. 94-95.

19 Sobre esta precariedad y riesgos cf. Gérard Brey, «Mulleres e conflictividade social na Coruña (1874-1910)» in Os conquistadores modernos. Movemento obreiro na Galicia de anteguerra, D. Pereira (coord.), Vigo, A Nosa Terra, 1992, p. 23-46 y 32-34.

20 Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, B. Varela Jácome (ed.), Madrid, Cátedra, col. «Letras Hispánicas», 1989, p. 177.

21 Ibid., p. 237.

22 Gérard Brey y Serge Salaün, «Los avatares de una fiesta popular: el Carnaval de A Coruña en el siglo XIX», Historia Social, n°5, 1989, p. 25-35. Sobre la importancia del carnaval entre las cigarreras ver también Romero Masiá, Ana, A fábrica de tabacos da Palloza. Producción e vida laboral na decana das fábricas coruñesas, A Coruña, Fede­ración de Alimentación, Bebidas e Tabacos de Galicia-UGT Galicia, 1997, p. 39-40.

23 Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, B. Varela Jácome (ed.), Madrid, Cátedra, col. «Letras Hispánicas», 1989, p. 70.

24 Sobre ese periódico y los inicios de la prensa obrera cf. Freán Hernández, Óscar, A revolución escrita. A prensa obreira galega (1866-1936), Binges, Orbis Tertius, 2013, p. 182.

25 Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, B. Varela Jácome (ed.), Madrid, Cátedra, col. «Letras Hispánicas», 1989, p. 90.

26 Ibid., p. 87 y 102.

27 Ibid., p. 105-106.

28 Ibid., p. 141.

29 Barreiro Fernández, Xosé Ramón, «El republicanismo coruñés del siglo XIX. Mito y realidad histórica» in El republicanismo coruñés en la historia, A Coruña, Concello de A Coruña, 2001, p. 67.

30 Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, B. Varela Jácome (ed.), Madrid, Cátedra, col. «Letras Hispánicas», 1989, p. 240.

31 Ana Romero Masiá, «As cigarreiras coruñesas: revindicación, politización e solida­ridada na Palloza (1804-1936)» in El republicanismo coruñés en la historia, A Coruña, Concello de A Coruña, 2001, p. 169-177.

32 Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, B. Varela Jácome (ed.), Madrid, Cátedra, col. «Letras Hispánicas», 1989, p. 239.

33 Gérard Brey, «Republicanismo y movimiento obrero en A Coruña entre 1868 y 1936» in El republicanismo coruñés en la historia, A Coruña, Concello de A Coruña, 2001, p. 163-168.

34 Una breve biografía de Francisco Palanca Roca en la web de Academia de la Historia: http://dbe.rah.es/biografias/7834/francisco-palanca-roca consultada el 8 de noviembre de 2019. Sobre la presencia de esta obra en La Tribuna cf. Sotelo Vázquez, Marisa, «¡Valencianos con honra! de Palanca y Roca, hipotexto de "Ensayo sobre la literatura dramática revolucionaria", de La Tribuna de Emilia Pardo Bazá, La Tribuna. Cader­nos de estudos da Casa Museo Emilia Pardo Bazán, n°3, 2005, p. 137-148.

Óscar Freán Hernández

Óscar Freán Hernández est Professeur des Universités en Histoire contemporaine de l’Espagne à l’Université Lumière Lyon 2. Membre de l’équipe de recherche Passages XX-XXI (EA4160), il travaille notamment sur l’histoire du mouvement ouvrier et sur l’histoire et la mémoire de l’exil espagnol en France. Parmi ses travaux, il faut remarquer les ouvrages El movimiento libertario en Galicia, 1910-1936 (2006) ; A revolución escrita. A prensa obreira galega (1866-1936) (2013) et A Coruña anarquista. Na procura do ideal de liberdade (2017 et 2020, deuxième édition). Il a également coordonné le dossier « Anarchistes espagnols en France : de la guerre civile à la fin du franquisme » (Cahiers de Civilisation Espagnole Contem­poraine, n°19, 2017, https://journals.openedition.org/ccec/6702) et, avec Philippe Merlo-Morat, l’ouvrage collectif La memoria de la represión franquista en el cómic (2020).